Hay colaboraciones que surgen de manera orgánica, natural, como que estaba escrito que tenían que pasar. El de la Bodega Arínzano y la artista Teresa J Cuevas es uno de estos matches fantásticos que deberían darse más a menudo.

Esta vez, se ha materializado en forma de etiqueta, pero no de cualquier vino, sino de un vino con una elaboración muy especial y auténtica, y con una clara vocación de perdurabilidad.
Se trata de Eternidad, un vino que lleva al līmite la expresión de la variedad Chardonnay y de la finca Canteras. Se elabora con el sistema de mezcla de añadas de criaderas y soleras, como en los vinos con crianza dinámica y biológica del Marco de Jerez, en las que el tiempo se detiene, y que como decía su enólogo, José Manuel Rodríguez, nos sobrevivirá y vivirá nuevas y numerosas etapas por su extraordinaria capacidad de guarda.

Al catarlo, me gustó mucho su color dorado profundo, y su intensa expresividad con muchas notas amieladas, de pastelería y balsámicos al final, por su cuidada crianza en madera. En la boca tiene una maravillosa tensión y una complejidad muy poco inusual en vinos de esta zona.
Teresa J. Cuevas, con su maravillosa delicadeza y esa forma de expresarse tan elegante y tan potente a la vez, ha pintado un cuadro del que salen las 500 etiquetas distintas de las botellas de Eternidad. Su objetivo es que “el paisaje se adentre en las almas del consumidor de manera abstracta, invitando a un trabajo de introspección y reflexión”

Este vino es parte del proyecto que la bodega está realizando con mimo como un cántico o un homenaje a la variedad de uva blanca estrella de la zona de Navarra, la Chardonnay, en la gama “Gran Vino” y la gama “Chardonnay Lab”. Tuve la oportunidad de catarlos en la presentación que hicieron a profesionales del vino y también a expertos del mundo del arte, en el espectacular espacio / galería de arte Albarrán Sourdais. Nos propusieron un recorrido sensorial, buscando esa conexión con la naturaleza y con el misterio, que tanto Arínzano como el arte de Teresa tienen en sus obras…sintiendo al tacto, al olfato y a la vista, previo a la cata de cada vino, varios de los elementos naturales (agua, piedra, hojas, bosque…) que podemos encontrar como descriptores en la cata del vino.

Es asombroso el paralelismo que puedes llegar a encontrar tanto en el trabajo de la artista y del enòlogo e incluso en las obras que realizan, con elementos comunes como la captura del paisaje, las capas del terreno, la mineralidad de la tierra, la linealidad de los viñedos, el agua, la luz…
Me sentí privilegiada de asistir a esta presentación en la que de alguna manera tanto el arte como el vino se elevan a un nivel superior. Esta cota de conceptualización y sensibilidad me hace crecer y conectar mucho más con los dos mundos.




