Han pasado algunos meses pero sigo con un precioso recuerdo de aquel fin de semana de octubre 2023 en el que celebramos el Encuentro de foreros de Verema en La Rioja.

Se celebra una vez al año y es una alegría encontrarse con compañeros de profesión y entusiastas del vino con los que te has cruzado en algún salón del vino, has catado vinos presencial o virtualmente, has pasado alguna tarde divertida y didáctica en las animadas y siempre sorprendentes catas a ciegas, o simplemente hemos intercambiado comentarios en la web de Verema sobre lo que más nos apasiona a todos los convocados: el vino. Visitamos tres bodegas icónicas de la zona de Haro, una de las más prestigiosas y tradicionales de la viticultura española, que ha desarrollado la técnica y la comercialización de sus vinos como un hermano mayor en el que todas las zonas viticultoras españolas se han mirado desde los años 80, cuando se han creado los Consejos Reguladores de las distintas denominaciones de origen y en España empezaron a elaborarse vinos de calidad competitivos y admirados en todo el mundo.
Nada más llegar, el viernes, con toda la emoción de estar empezando un fin de semana especial y con la sensación continua de estar creando recuerdos de esos que van a perdurar, nos dirigimos a Bodegas Roda. Vaya nivelazo!! Por lo que investigué después, los dueños son una familia catalana que también son propietarios de muchas plantas embotelladoras de Coca Cola a nivel mundial, y han diversificado con varios negocios, como el vino…aquí también han dado con la fórmula! El director de Roda, Agustín Santolaya, que tiene una elegancia y una forma de comunicarse absolutamente maravillosa, nos explicó que la bodega comenzó en los años 80, y fue ampliándose en el 96 y después en 2019. Comenzaron con un pequeño viñedo y ahora controlan unas 120 hectáreas. Han conseguido que sus vinos se vendan en 72 países de una manera muy consolidada.

Destaco algunas características de su proceso de elaboración, como el uso de cubiertas vegetales en las viñas de forma innovadora desde sus comienzos, la clasificación de la uva según llega a la bodega en perfil rojo o negro, por su calidad para diferentes elaboraciones, el no uso de inox, el aprovechamiento de la uva solo despalillada (como en Francia), o el no mezclar nunca vino de distintas añadas.
La bodega ha invertido mucha tecnología y recursos en las salas de crianza: tiene suelo radiante y refrigerante porque hacen la fermentación maloláctica en barrica. En Roda mantienen que un mes de barrica en este momento vale como 6 meses después de hecha la fermentación. Los taninos de la madera tienen mucho poder antioxidante, y es el mejor momento de mantener los antocianos activos y estables al unirse al tanino (porque es antioxidante).

Tuvimos la suerte de catar y conocer su novedad estrella que es el vino blanco del que acababa de salir la segunda añada. Se hace a base de Viura, Garnacha Blanca y Malvasía, plantadas en las cabeceras de las viñas. Delicioso, moderno, complejo y refrescante a la vez, con una textura envolvente y un final de los que no se olvidan.

Para terminar con la visita a esta bodega, quiero contaros que su logotipo es una flor de cardo, la que se da en el viñedo: “de elegancia sencilla, sobria, muy apegada a la tierra. Es corta y muy longeva. Muy elegante y austera”, como el perfil y el carácter de la bodega.
Al día siguiente, visitamos brevemente la gran bodega Ramón Bilbao guiada por su director Rodolfo Bastida y seguidamente Lalomba, con su dulce y técnica enóloga Rosana Lisa.

Quiero destacar de Lalomba el objetivo de búsqueda de la identidad de los viñedos para la elaboración de sus vinos de finca, con crianzas muy personalizas según añadas y terrenos, y con el hormigón como depósito estrella. La arquitectura de la bodega es grandiosa y tuvimos la suerte de catar su delicioso rosado en crudo, el estupendo Finca Lalinde y una vertical de su vino estrella Finca Valhonta desde 2019. Un lujazo!



El domingo, terminamos el encuentro con la visita a Bodegas Murua, fue el propietario José Masaveu, junto con Mathieu Barrault, director técnico y Teresa Muñoz, la directora de marketing, quienes nos explicaron la bodega, que es pequeña, pero de una personalidad inquieta y un verdadero deleite para los sentidos. Yo les definiría como unos artesanos del vino y unos avezados coleccionistas de arte.

Trabajan bajo la permacultura para responder a las diferentes dificultades derivadas del cambio climático. Y sorprende que aunque solo producen 250.000 botellas al año, en la bodega hay más de un millón de botellas en proceso de crianza.
La bodega tiene una planta subterránea que es como un museo etnográfico y en la planta superior de la casa solariega tienen una biblioteca enológica con más de 3.000 volúmenes sobre vino en una sala preciosa con muebles originales del s.XVIII.
En la bodega además hay numerosas obras de arte de la Fundación Masaveu que van rotando. Yo tuve la suerte de disfrutar de un Barceló espectacular y de su delicioso Veguín de Murúa catado en el patio interior aquel bonito domingo de otoño.




